El escritor catalán Cesar Mallorquí ganó el pasado martes 15 de octubre el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil con su obra La Isla de Bowen, ganadora del Premio Edebé de Literatura Juvenil 2012. Este premio, concedido por el Ministerio de Cultura, distingue el mejor libro de literatura infantil o juvenil publicado en 2012 en cualquiera de las lenguas oficiales que se hablan en España.
El jurado ha sido presidido por la directora general de Política e Industrias Culturales y del Libro, María Teresa Lizaranzu. Además han participado en él las dos últimas galardonadas, Laura Gallego (2012) y Maria Teresa Carranza (2011).
La Isla de Bowen es una recreación de las novelas de aventuras clásicas y está inspirada en la figura de Julio Verne. Todo comenzó en 1920 con el asesinato del marinero inglés Jeremiah Perkins en un pequeño puerto noruego situado en el Ártico, y con el misterioso paquete que, antes de morir, envió a Lady Elisabeth Faraday. O quizá la historia empezara antes, cuando se descubrieron unas extrañas reliquias en el interior de una viejísima cripta medieval, pues fue precisamente una de esas reliquias imposibles la causa de que el malhumorado profesor Ulises Zarco, director de la sociedad geográfica SIGMA, se embarcara en una aventura inimaginable a bordo del Saint Michel. Tanto Zarco como su ayudante, Adrián Cairo, han recorrido el mundo enfrentándose a toda clase de peligros pero ninguno de ellos estaba preparado para afrontar el temible misterio que envuelve a la isla de Bowen, más allá del Círculo Polar Ártico. El autor ha confesado que, al principio, le pareció una locura escribirla, ya que pertenece a un género muerto.
Aunque entre sus obras publicadas las hay también dirigidas al público adulto, reconoce que lo que le da “de comer” son las novelas juveniles.
Su padre era novelista, el creador de El Coyote, por eso él se crió en un ambiente literario y se aficionó a la literatura desde niño. Muy pronto publicó su primer relato en una revista. Más tarde estudio periodismo en la Universidad Complutense de Madrid y trabajó en La Codorniz y en la cadena SER.
Durante diez años se dedicó a la publicidad, como creativo en varias empresas. Pero lo sustituyó por su verdadera vocación, la literatura.
(Sara Aranda y Araceli Torrico)
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