miércoles, 9 de octubre de 2013

Antonio Luis Ginés publica Aprendiz


Antonio Luis Ginés nació en Iznájar (Córdoba)  en 1967 y reside en Córdoba. Dio sus primero pasos en poesía en los años 90. Diplomado en Magisterio, actualmente trabaja como gestor cultural, crítico literario en los Cuadernos del sur, suplemento del Diario Córdoba, profesor de talleres de literatura, cofundador de la revista Reverso y cofundador en la Asociación Cultural “Mucho Cuento”, destinada a la difusión de la literatura breve .Su poesía estaría dentro de lo que se podría denominar “realismo íntimo”.
Antonio Luis Ginés ha escrito en poesía Cuando duermen los vecinos, Rutas exteriores (IX Premio Nacional de Poesía Mariano Roldán), Animales perdidos, Picados suaves sobre el agua Celador (del que ya hablaron nuestros compañeros del curso pasado). También ha escrito un libro de cuentos llamado El fantástico hombre bala y ha participado en algunas antologías.
Su último poemario se titula Aprendiz y está publicado por la editorial La isla de Siltolá. Sus poemas tratan principalmente de la pérdida de su padre, haciendo una comparación metafórica con el nacimiento de su hija, tratando sentimientos como la tristeza y el dolor. Padre e hija son los protagonistas de cada uno de los poemas. Lo que nos quiere transmitir el autor es el fin de una etapa y el comienzo de otra, siendo el pasado su padre y el futuro su hija. Con Aprendiz el autor utiliza un estilo arriesgado, diferente y muy personal. Este poemario es muy diferente a los anteriores y en él aparece más el yo íntimo del poeta.

Para finalizar os dejamos uno de los poemas del libro.

PAPEL

Las paredes cubiertas de papel de colores.
Metros y metros, el olor a cola,
las tiras completamente preparadas,
las manos de mi padre y mi madre
ajustando cada trozo sobre la pared,
evitando la más mínima arruga.
El sonido de sus dedos sobre la suave
superficie, el telón
de fondo de mis noches; después,
la espera y el papel seco, el olor huyendo
por la ventana, por debajo de la puerta.
Las flores naranja,
las manos que quizás se rozaron.

Todo sucedía ya, el nudo
se fue soltando en silencio,
y las manos se separaron para siempre.
Luego el papel envejeció,
se levantó de la pared.
Vuelve aquel sonido, ahora
cuando decoro la habitación de mi hija
con papel de colores,
y la piel, no tan suave,

devuelve el sonido de los años.

(Lorena Yuste y Mónica Madueño)

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