miércoles, 30 de abril de 2014

Antonio Varo presenta Carmina


 

El escritor Antonio Varo presentó su segunda novela, Carmina, en el Ateneo de Córdoba. En la presentación del libro estuvo acompañado de Ana María Padilla Mangas, profesora de Literatura española de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Córdoba. La novela está publicada por la editorial sevillana Ediciones Eneida; el escritor afirmó que la protagonista de esta obra es una especie de anticarmen  moderna que vive en una ciudad ficticia llamada Arquea y que vive distintas situaciones a lo largo de su vida cotidiana y, además, añadió “la obra trata de las vicisitudes de una mujer en los años cuarenta.”
Antonio Varo Baena nació en Montilla, provincia de Córdoba, en el año 1959. Es médico y escritor que ha cultivado los géneros de poesía, narrativa, ensayo y novela; y está casado con Elena Cobos Ruiz.
Este escritor entiende la poesía como evocación, y no como vocación o disciplina. En sus textos predomina el presentimiento de la nada, de la muerte, y los temas universales del amor y la muerte, pero con la particularidad de una referencia continua a la memoria.
Sus poemas los adorna con cierto culturalismo, y habitualmente recurre al poema breve, aunque ocasionalmente utiliza algún poema largo como contraste. Entre los libros de poemas publicados podemos mencionar: Sombras fue su primer libro de poesía publicado en el año 1983, también cabe destacar Poemas para Andrómina (1987), Camino (2002),  Hojas caídas (1993), Cartas a Emma (1997), Nuevos poemas para Andrómina  (2000), Hipatia  (2003), La luz de los días (2005) y El origen del mundo (2009). Su obra ha sido recogida en diversas antologías. También ha publicado diversos libros de ensayo y una novela, en 2008, titulada El Defensor del Tiempo
Sus poetas de referencia en el ámbito castellano son Vicente Aleixandre y Vicente Núñez, además de Jorge Manrique, Gustavo Adolfo Bécquer, Juan Ramón Jiménez, entre otros. En cuanto a los autores extranjeros, podemos señalar a  Hölderlin, Shelley, Eliot y Baudelaire.
A lo largo de su carrera ha sido premiado con diversos galardones, entre los que podemos destacar el Premio Internacional Arcipreste de Hita, en 1992; una Mención Honorífica del Premio Nacional Luis Carrillo de Sotomayor, también en 1992; y el Premio Góngora, en 2004. También ha participado como jurado en numerosos certámenes literarios y recitales poéticos.
En julio de 2009 fue nombrado Vicepresidente de la Federación Ateneos de Andalucía. En octubre 2011 es nombrado  Académico de la Real Academia de Córdoba en representación de Montilla y en febrero del año siguiente, Presidente del Ateneo de Córdoba.


(Leticia Rodríguez y Ana Garrido)

miércoles, 23 de abril de 2014

Muere Leopoldo María Panero


 


La noche del 5 de marzo fallecía, a los 65 años, el poeta Leopoldo María Panero, que en el último año apenas salía de la unidad psiquiátrica donde estaba hospitalizado desde hacía dieciséis años, en Canarias. Pese a esto el poeta madrileño no abandonó nunca la poesía.
El poeta nació el 16 de junio de 1948 en Madrid, hijo del poeta Leopoldo Panero, considerado el poeta del franquismo, y de la actriz y escritora, Felicidad Blanc, y hermano de dos poetas ya fallecidos.
Hace años manifestó que estaba cansado de estar “siempre solito”, en ese calvario de más de 40 años de duración que le llevó de “manicomio en manicomio”, como él llamaba a los psiquiátricos en los que estuvo internado.
Según sus amigos más cercanos, Panero achacaba el hecho de no haber logrado ningún reconocimiento debido al título de “poeta maldito” y a la “etiqueta de loco” que le asignaron por pasar largas estancias en centros psiquiátricos desde su juventud.
Pese a que fue diagnosticado de esquizofrenia a los 17 años, nada le impidió escribir obras como Requiem (1984), Así se fundó Carnaby Street (1970), o Last river Together(1980), entre otras.
Una de sus editoriales, Huerga & Fierro, informaba de que el próximo otoño publicará Rosa Enferma, un poemario inédito del madrileño y que la editorial ha descrito como “negro” y “oscuro”.
Panero fue el arquetipo de un malditismo tan cultivado como repudiado, pero ese malditismo no le impidió ser el primer miembro de su generación en incorporarse a la nómina de clásicos de la editorial Cátedra, contar con una espléndida biografía escrita por J. Benito Fernández, El Contorno del abismo, e insertarse en la historia literaria, las antologías y los programas académicos.
Leopoldo María se sintió fascinado por la izquierda radical. Su militancia antifranquista constituyó el primero de sus grandes desastres y le valió su primera estancia en prisión.
Tuvo una formación humanista, estudio Filosofía y Letras en la Universidad Complutense de Madrid y Filología Francesa en la Universidad de Barcelona.
De aquellos años jóvenes datan también sus primeras experiencias con las drogas, a las que dedicaría una colección de poemas en 1992.
Desde 1960 se le consideró dentro del grupo de “Los Novísimos”, aunque él se sintió excluido del mismo.
En los años 70 fue ingresado por primera vez en un psiquiátrico. Esto no le impidió desarrollar una copiosa producción no solo como poeta, sino también como traductor, ensayista y narrador. A finales de los 80, cuando por fin su obra alcanzó el aplauso de la crítica entendida, ingreso permanentemente en el psiquiátrico de Mondragón. Diez años después, se estableció, por propia voluntad, en la Unidad Psiquiátrica de Las Palmas de Gran Canarias hasta su fallecimiento.
 
(Araceli Torrico y Sara Aranda)

martes, 8 de abril de 2014

Álvaro Pombo publica una nueva novela



 
El escritor y académico Álvaro Pombo ha publicado recientemente su nueva novela titulada La cabellera de Johanna Sansíleri, publicada por la Editorial Destino y presentada en la sala Dámaso Alonso de la Real Academia Española.
El libro trata sobre una mujer llamada Johanna que vive una vida burguesa, “centrada en el yo”, y tendrá que enfrentarse a una fuerte transformación que le será difícil de asimilar. La obra se desenvuelve en una trama en la que Johanna Sansíleri, la protagonista, descubre tras la muerte de su marido que este llevaba una doble vida. Johanna nunca había sospechado nada de este, a pesar de que él le era infiel: Augusto tenía dos matrimonios paralelos de más de quince años. Tras estos hechos, la protagonista visita a la otra esposa de su marido.
Álvaro Pombo nació en Santader el 23 de junio de 1939. Novelista prolífico, sus narraciones son valoradas por su propósito metaliterario y por una sorprendente variación de registros expresivos. Se licenció en Filosofía y Letras en la Universidad Complutense de Madrid, más tarde residió en Londres entre 1966 y 1977 donde en el Birbeck College obtuvo un Bachelor of Arts. Durante esta estancia en Londres comenzó a interesarse por la poesía y en el año 1973 publicó su primer libro de poesía, llamado Protocolos. A partir del 2002 entró a formar parte de la Real Academia Española de la Lengua, también entró en política con el partido Unión Progreso y Democracia y ha participado como contertulio en el programa Espejo Público de Antena 3.
El autor  es uno de los maestros indiscutibles de la literatura española contemporánea y está considerado una voz personal y única en la literatura española. 
 Durante su estancia en  Londres se inició en la literatura con algunos poemarios como Protocolos (1973) y Variaciones (1974), galardonada con el premio El Bardo para nuevos poetas. En 1977 Pombo regresó a España y publica en aquel momento su primer volumen de narrativa, titulado Relatos sobre la falta de sustancia, un conjunto de doce cuentos centrados en personajes estrafalarios y amorfos que recogía un gran número de historias cortas protagonizadas por personajes homosexuales. El autor ha reconocido abiertamente su homosexualidad, tema que también estará presente en varias de sus obras. Tras esta última obra se dedicó básicamente a la novela, aunque siguió escribiendo versos.
Su primera novela fue El parecido (1979), a la que siguió El hijo adoptivo (1983), editada el mismo año que El héroe de las mansardas de Mansard, donde cuenta la historia de una familia de la alta burguesía de su ciudad natal y con la que obtuvo el premio Herralde de novela. Más tarde salieron Los delitos insignificantes (1986) y El metro de platino iridiado (1990), que narra las relaciones de María, un ama de casa, y Martín, un escritor que deshace su matrimonio tras una convivencia de diez años, con esta obra recibió el Premio de la Crítica de Narrativa Castellana ese mismo año. En 1997 publicó Cuentos reciclados, que cuenta con cinco cuentos ya publicados y seis inéditos, más tarde presentó La cuadratura del círculo (1999), que cuenta la tragedia de un hombre equivocado que reconoce su error cuando ya no puede deshacer lo hecho, esta fue galardonada con el Premio Fastenrath de la RAE.
Otras obras destacables son: El cielo raso (2001, Premio Fundación José Manuel Lara), La Fortuna de Matilda Turpin (2006, Premio Planeta), El temblor del héroe (2012; Premio Nadal) y Quédate con nosotros, Señor, porque atardece publicada en el año 2013.
Álvaro Pombo, a pesar de haber escrito poesía, ha sido más conocido por sus novelas, género en el que ha ganado varios galardones. Su estilo es único y original, a pesar de ser clasificado dentro del realismo subjetivo.
 
(Jorge Peinado y Rocío Santos)

martes, 1 de abril de 2014

Entrevista a Elena Medel




 P.- ¿Qué se siente al recibir el Premio Loewe a la Creación Joven, uno de los más importantes del país?
R.- Felicidad, por supuesto, porque cualquier premio alegra, y más si se trata de uno con el prestigio de los que concede la Fundación Loewe. Orgullo, también, por formar parte de un palmarés lleno de poetas a los que admiro y, sobre todo, por haber sido leída por autores a los que tengo por maestros. Pensar en Pablo García Baena o Francisco Brines leyendo mis poemas me emociona. Y tranquilidad, también, porque implica que el poemario se ha publicado en Visor, una editorial con una magnífica distribución en España y Latinoamérica.

P.- ¿Podría explicarnos el porqué del título de este nuevo poemario?
R.- La vida del poeta Chatterton me cedía una serie de símbolos muy interesantes para enhebrar el poemario. Su condición de falsario, su esplendor siendo joven, su muerte trágica… Coincidían con varias de las obsesiones en torno a las cuales orbita el poemario.

P.- ¿De qué trata y qué aporta al resto de su producción?
R.- Escribo sobre el miedo. Sobre el miedo a lo que desconocemos, a crecer, a la muerte... El miedo, en sus diversos significados, ante diversos elementos, me mueve a la escritura. Después, cada poemario lo enfoca de una manera distinta: “Mi primer bikini” y “Vacaciones” hablan sobre la adolescencia y los aprendizajes; “Tara” sobre la muerte y la supervivencia; “Chatterton” acerca de la madurez, el desencanto y la precariedad.

P.- Sabemos que, además de escribir, dirige la editorial La Bella Varsovia junto a Alejandra Vanessa. ¿Cómo compagina ambas facetas? ¿Con qué disfruta usted más, escribiendo o publicando lo que otros escriben?
R.- Las compagino mal, porque desde que fundamos la editorial hace diez años ambas hemos publicado poquísimo: un libro Alejandra, apenas dos yo. Disfruto escribiendo pero disfruto leyendo, sobre todo, así que la editorial me brinda más alegrías que mis propios libros. Editar es un taller de escritura continuo: aprendes cómo se enfrentan los demás al acto de creación, cómo afrontan problemas, cuántas maneras distintas de leer y de escribir y de corregir existen… Editando aprendo a escribir.

P.- ¿Puede hablarnos de sus inicios como escritora? ¿Qué le impulsó a escribir?
R.- Escribí primero por imitación. Me apasionaba leer, así que escribía pequeños relatos inspirados en los libros que leía: los mismos personajes o los mismos escenarios, sucesos distintos… En la adolescencia me topé con la poesía, y comencé a hacerme preguntas, y a intentar responderlas con poemas. De ahí surgió “Mi primer bikini”. Más tarde, ya con conciencia de la escritura, no sé si con más respeto, continué escribiendo, ahora los poemas de “Tara”.

P.- ¿Es lo mismo escribir un poema que ser poeta?
R.- A mí me produce mucho respeto identificarme como poeta. Escribo, desde luego, pero aún me encuentro en una fase de aprendizaje. Creo que se utiliza con mucha ligereza: escribir un poema no te convierte en poeta. Pero, al mismo tiempo, creo que un poeta es una persona normal: no más importante que un cirujano o un ingeniero, desde luego. Muchas veces sacralizamos la figura del poeta, como si se tratara de alguien fundamental e intocable, y creo que esa lejanía perjudica a la recepción de la poesía entre los lectores que no se han acercado aún al género.

P.- ¿Qué es para usted la poesía?
R.- Oxígeno. Preguntas y respuestas. Un bálsamo cuando el día ha ido mal y un paréntesis cuando el día ha ido bien. Un reto si la escribo y una aventura si la leo.

P.- ¿Cree que la poesía es útil hoy? ¿Qué papel puede desempeñar en la sociedad actual?
R.- Por supuesto que es útil. La poesía cuenta y canta, nos recuerda de dónde venimos y qué podemos ser, subraya de qué somos capaces y qué anhelamos. Para luchar me sirven los poemas de Ángela Figuera Aymerich y para amar necesito los poemas de Ana Rossetti. Si quiero festejar recupero a Ida Vitale, y si prefiero el descanso y la reflexión me basta con leer a Idea Vilariño. Cualquier lector, aunque nunca haya leído un poema, tiene el suyo: el que trata no asuntos que puedan interesarle, sino el que trata directamente sobre él.

P.- ¿Qué características debe tener un buen poema y qué es lo que busca en sus lecturas? Relacionado con esto, ¿podría decirnos algunos de sus autores favoritos?
R.- No me atrevo a hablar de características, porque la poesía no es una ciencia. En todo caso, me interesan los poemas que afrontan la tensión entre el sentimiento y la mirada: aquellos que se comprometan de alguna manera con su entorno, que busquen intervenir en la sociedad, y no me refiero necesariamente a la poesía social, y que lo consigan sorprendiéndome, con imágenes como golpes y como fogonazos, nuevas pero ya imprescindibles. Me gustan Federico García Lorca —y cada vez más Luis Cernuda—, y Louis Aragon, y Pablo García Baena, y Ángela Figuera Aymerich, y Anne Sexton, y Sylvia Plath, y Elizabeth Bishop, y Marianne Moore, y tantos otros autores, mujeres sobre todo.

P.- ¿Podría darles algún consejo a los adolescentes que quieran empezar a escribir poesía?
R.- Que la escriban, por supuesto, pero sobre todo que la lean. Que aprendan de los maestros, que se fijen en lo que les entusiasma de la poesía, que intenten repetirlo; y que lean, que lean, que relean, porque quien no entrena no juega después. Yo escribo porque leo.

(Ana Garrido y Leticia Rodríguez)