martes, 18 de enero de 2011

HIJA DE SEXTO MARIO


María Antonia Rodríguez Ramírez, nacida en Pozoblanco en 1952, es licenciada en Filosofía y Letras. Ha cultivado el relato en el libro Pozoblanco, leyendas y nostalgias, además de una pequeña participación en la antología La puerta de los sueños. Como novelista, ha publicado El fantasma del cerro, Piedra y cal y La casa de los leones, obra con la que recibe el II premio Almuzara de novela. Además, este año acaba de publicar Hija de Sexto Mario: el hombre más rico de las Hispanias, en la cual nos centraremos.

Esta novela trata sobre un español poderoso que contaba con numerosas minas de oro en Sierra Morena, lo que supuso la envidia de Tiberio, un emperador con mala fama y sin escrúpulos que estaba dispuesto a hacer lo que fuera para conseguir sus caprichos.
Comenzó a tramar hasta ocurrírsele la idea de conquistar a la hija de Sexto Mario con el único propósito de conseguir su fortuna. Cuando este se percató, le dejó claro que de ninguna manera sería posible, por lo que Tiberio decidió acusarle de incesto y se le impuso como pena que padre e hija fueran despeñados desde la roca Tarpeya. La gente creyó que el emperador había hecho justicia y en recompensa se apropió de las minas de Sexto Mario.

La novela fue presentada en el salón de los mosaicos del Alcázar de Córdoba el pasado 20 de diciembre a las 8 y 30 de la tarde. Está publicada por la editorial el Páramo. A continuación dejamos un pequeño fragmento del primer capítulo:

Y Décimo, con los ojos llorosos, sabiendo que aquella perenne cantinela suya le sonaba a los demás como majaderías de viejo, se quitó una bolsita de cuero que llevaba suspendida del cuello y fue a colgarla en el de su sobrina, pero, como si lo pensara mejor o como si hubiera tenido algún extraño presentimiento, se dirigió hasta la niña y fue allí, en la nívea y esbelta garganta de la pequeña, donde colocó con mucho cuidado sus amuletos.
–¡Que los espíritus de nuestros antepasados, que el dios Sol y la diosa Luna, que los genios del aire y de la tierra, de las fuentes, de la lluvia, de los bosques, de los ríos y los mares, te protejan… Rosia!
Aquella misma noche, Mirta y Rosia abandonaron Gades escondidas bajo unas sucias lonas, entre unas ánforas rojizas y panzudas, subidas a un carromato tirado por bueyes que, a través de la vía Augusta, construida recientemente y enlosada con un excelente pavimento, las llevaría hasta Hispalis.

Aquí dejamos un enlace a la página Solienses, donde encontraréis más información.

(Ignacio Adell, María Talaverano y Fátima Peinado)

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