- Sabemos que Pañuelos bajo la lluvia trata sobre los niños robados en los años
70. ¿Qué opina sobre esta noticia de actualidad? ¿Qué es lo que le ha llevado a
escribirla?
En realidad, la obra no está situada en un
país en concreto. Por desgracia, hubo muchos ejemplos de países de habla
hispana que en aquellos años estaban bajo el yugo de una dictadura: Argentina,
Chile, Uruguay… y, por supuesto, España. Pañuelos
bajo la lluvia trata el drama de los
niños adoptados por las familias adeptas al régimen tras la desaparición de sus
padres por motivos políticos. El caso de los niños robados en España, que ahora
ha salido a la luz, es diferente: era una trama mafiosa y criminal que se
dedicaba al robo de bebés a familias humildes cuando la madre acudía al
hospital a dar a luz.
Pero el tema principal de mi obra es otro:
se trata de una reflexión sobre la injusticia, sobre la situación kafkiana en
la que puede verse una persona que es detenida arbitrariamente, torturada y
asesinada con total impunidad en nombre de la seguridad de un país.
- Usted ha publicado hasta ahora una
novela y varios relatos, ¿le ha sido fácil escribir Pañuelos bajo la lluvia?
Para mí ha supuesto un gran reto. Una obra
de teatro exige la elaboración de diálogos que sean convincentes y verosímiles
pues su fin es convertirse en palabras pronunciadas por los actores en el
escenario.
Por otra parte, me ha resultado difícil
compaginar la escritura de las acotaciones al mismo tiempo que los diálogos
porque tienen técnicas distintas. Las acotaciones son indicaciones sobre los
movimientos de los personajes, sobre la iluminación, el atrezzo… y, al mismo tiempo, constituyen el elemento más literario
del texto teatral, donde el escritor tiene mayor libertad para jugar con las
palabras.
- ¿Tiene pensado llevar al escenario Pañuelos bajo la lluvia?
No depende de mí. Ojalá un grupo de teatro
sintiera interés por el texto y decidiera representarlo. Soy consciente de que
es casi imposible, pero, al menos, se podrá leer, aunque ese no sea el fin de
una obra dramática.
- ¿Qué opina sobre la situación del
teatro español en la actualidad?
Cuando viajé a Madrid para recoger el
premio en el Salón internacional del libro teatral conocí a actores y a
dramaturgos que llevan muchos años trabajando en el teatro. Pude comprobar que
eran personas preocupadas por su futuro, acosadas por el IVA (que está vaciando
las salas) y muy combativas con los poderes políticos.
- ¿Qué cree que puede suponer para su carrera
ganar el accésit del Premio el Espectáculo Teatral?
No lo sé. No pretendo ser falsamente
humilde por lo que voy a decir, pero mi objetivo nunca han sido los premios
literarios. Sin embargo, soy consciente de que, tal y como están las cosas (y no
solo por la crisis), es muy difícil la publicación si no es a través de un
premio.
- Ha escrito teatro, novela y varios
relatos. ¿Dónde se siente más cómodo?
Todo tiene su encanto, cada uno tiene una
técnica diferente. Cuando escribo, procuro disfrutar con lo que hago (si no, no
escribiría). Pero, si tuviera que elegir, sin duda puedo decir que me siento
muy cómodo a mitad de una novela.
- ¿Está trabajando en algún nuevo
proyecto? ¿Podría hablarnos de él?
Sigo escribiendo. Dejaré de hacerlo cuando
no me sienta motivado, no me resulte placentero escribir o se me sequen las
ideas. En la bandeja de salida hay una novela negra y otra entrega de las
aventuras de Homero, que no sé si verán la luz algún día: dependen del favor de
una editorial o de algún premio literario. Mientras tanto, diseño otra novela
policíaca y escribo relatos.
- ¿A qué aspira usted como escritor? ¿Y
como persona?
Como escritor, a poder escribir lo que me
gusta y a poder sacar a la luz algún escrito de vez en cuando.
Como persona, a llevar en la vida un
comportamiento acorde a los valores éticos que he ido adquiriendo a lo largo de
mi existencia.
- ¿Qué espera usted de un buen libro?
Que dé todo aquello que el lector espera
de él y, sobre todo, que le haga pasar un buen rato.
- ¿Podría darnos algún consejo para un
joven que quiera empezar a escribir?
Creo que debe ser perseverante: la
escritura es una carrera de fondo. Y, sobre todo, tiene que tener en cuenta que
lo más importante es el placer de la escritura, de dar vida a las palabras. Lo
demás es accesorio.
Por último, un consejo para la vida, no
solo para la literatura: la humildad (real, no fingida), como premisa.
Muchas gracias, por su atención. Le deseamos suerte con su obra.
(Inmaculada Márquez Torres y María Jesús Parra Ortega)
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