Hace unos meses, Antonio Luís Ginés publicó un nuevo
poemario, Celador, en la colección
Manantial, coordinada por Mari Cruz Garrido, que edita el Excmo. Ayuntamiento
de Priego. Es un libo duro, que nos adentra en el mundo de los hospitales, las
enfermedades y el dolor.
El autor nace en 1967 en Iznajar (Córdoba). Ha
publicado cuatro poemarios: Cuando
duermen los vecinos, (Córdoba, El Viaducto, 1995), Rutas exteriores, (Ánfora Nova, IX Premio Nacional de Poesía
Mariano Roldán, 1998), Animales perdidos (Córdoba,
Plurabelle, 2005), con el que estuvo
preseleccionado para los Premios Nacionales de la Crítica de ese mismo año,
y Picados suaves sobre el agua, conjunto de poemas en prosa publicados en septiembre de 2009 por la editorial Bartleby.
Además, ha publicado en 2010 su primer libro de
cuentos, El fantástico hombre bala, en
la editorial cordobesa El Páramo. En este libro, escrito con un lenguaje
sencillo y cercano, nos presenta lo cotidiano entendido como esa extraña
familiaridad que nos aproxima a la realidad más cercana con el velo de lo
imaginario, donde el lector se dejará embaucar por su fabuloso circo.
Su obra está presente en antologías como “Edad
Presente. Poesía Cordobesa del Siglo
XXI”.
Además, es crítico literario (poesía y literatura
infantil y juvenil) desde hace más de siete años en Cuadernos del Sur, suplemento literario del Diario Córdoba y ha
ejercido la enseñanza en talleres de escritura creativa. También es cofundador
de la asociación cultural Mucho Cuento.
Antonio Luís es uno de esos poetas que arriesga cuando
escribe, y arriesga porque tiene claro que la escritura debe ser innovación,
diferencia y búsqueda de nuevos conceptos de interpretación de la realidad.
A continuación compartimos un poema de su último libro, Celador.
LENCERÍA
¿Qué llevas puesto? ¿Quieres jugar?
Ella,
de pronto, se acalora, está sola en la lencería,
la noche encima y fuera
se ha fundido la luz de la entrada.
No le puede estar pasando,
el auricular tiembla en su mano
y se le aflojan los muslos bajo la ropa.
Hace dos años mataron
a una compañera
al salir del trabajo.
Un loco, dicen,
pero nunca cogieron a nadie.
No digas
nada. Esto es sólo un juego.
La voz desde el otro lado
parece saber algunas cosas.
Ella
se asusta, cierra puertas y ventanas,
mira el reloj, aún faltan dos horas para marcharse
y la ropa se amontona entre las manos sudadas
y el miedo.
(José María Escribano y Ana Fernández)
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