miércoles, 10 de diciembre de 2014

Entrevista a Alejandro López Andrada


P.- ¿Qué le ha inspirado para escribir Los ángulos del cielo? ¿Cuál es el tema principal de este nuevo poemario?
R.- Este poemario partió de una reflexión sobre el paso del tiempo observado a través de los continuos viajes que hacemos a lo largo de nuestra vida, y también de los que hacen nuestros seres queridos. El libro, esencialmente, habla de eso, de las continuas despedidas que presenciamos a lo largo de nuestra existencia. Los ángulos del cielo es un poemario cuyo argumento  parte de esa idea, la del existir en continua movilidad, yendo de la raíz interior al espacio exterior y, de nuevo, volviendo a la raíz.

P.- Casi todos sus poemarios se han publicado con un premio, pero este no. ¿Qué cree que aporta a su trayectoria?
R.- Llega un momento en la vida que uno se cansa de presentarse a premios y, en consecuencia, tiene ganas de publicar sus libros en una buena editorial. Eso es lo que me ha ocurrido a mí. Por otro lado, creo que este nuevo poemario es, sin duda, mi libro de versos más elaborado y completo, el de mayor madurez.

P.- ¿Por qué dice usted que este es un libro con más madurez y más seriedad que los anteriores? ¿Por qué ha cambiado el paisaje rural por uno urbano?
R.- Estoy convencido de que este poemario no podría haberlo escrito hace dos o tres décadas. Es una obra de reflexiones y observaciones muy meditadas, mientras que mis libros anteriores eran más emocionales y más intuitivos. Quizá éste sea más elaborado y más cerebral. En cuanto a lo del paisaje rural o urbano, tampoco me he planteado hacer ningún cambio. Lo que ocurre es que en los últimos años he viajado más y he observado detalles de la vida urbana que, hasta hace muy poco, no había sabido percibir. 

P.- ¿Por qué en este libro se ha detenido tanto y lo ha corregido tantas veces?
R.- Antes, hace quince o veinte años, escribía mis poemas de un tirón, movido casi siempre por un impulso emocional muy intenso. Ahora, en cambio, las ideas o intuiciones poéticas me llegan de otro modo, y, por tanto, yo también las asimilo y escribo con más calma. Quizá todo ello sea fruto de la edad. También ahora tengo mucho más sentido del ridículo que antes y por eso me gusta corregir muchísimo mis poemas antes de darlos a la luz.

P.- Usted ha escrito poesía, novela, ensayo, crítica literaria y columnas periodísticas. ¿En qué género se encuentra más cómodo?
R.- Sin duda ninguna, el género literario donde me encuentro más cómodo es la poesía. Uno no sólo escribe poesía, sino que la siente. Ser poeta no es sólo ser escritor, sino vivir y sentir la poesía a diario, cotidianamente. La poesía es un modo de estar en el mundo, de ver la realidad y de sentir todo lo que existe a nuestro alrededor.

P.- ¿Podría hablarnos de sus inicios como escritor?
R.- Tendríamos que irnos a un tiempo muy lejano, pues empecé a escribir poemas hace más de cuarenta años, cuando era un adolescente e iba a estudiar al instituto. Aunque ya leía mucha poesía en el colegio. Siempre tuve muy claro que quería ser escritor. Mi primer libro lo publiqué hace ya más de tres décadas, en octubre de 1983, el mismo año que me casé.

P.- ¿Cómo es su proceso a la hora de escribir un poema? ¿Cree en la inspiración o en la disciplina? ¿Cuántas horas al día le dedica a la escritura?
R.- Yo suelo decir que uno no escribe un poema, sino que el poema se escribe solo. A mí siempre me ocurre eso, que algo muy fuerte, una emoción inasible o una intuición mágica tira de mí y siento una necesidad imperiosa de expresarla. Por eso creo mucho más en la inspiración que en la disciplina. Por supuesto, hay que tener disciplina y dominar el lenguaje y las técnicas de versificación; pero eso siempre viene luego. Uno no puede decidir ser poeta; el poeta siempre nace, es una manera de sentir y de estar. En cuanto a las horas que le dedico a la escritura, ahora, como estoy en paro, tengo más tiempo que nunca para escribir. Aun así, aunque soy un escritor muy anárquico, nada metódico, suelo dedicarle a la escritura al día 5 o 6 horas, no más.

P.- ¿Qué características debe tener para usted un buen libro?
R.- Sobre todo, en primer lugar, un libro tiene que emocionar al leerlo. En segundo lugar, creo que las palabras de una obra literaria deben tener música, deben sonar  bien dentro del corazón. Todo buen libro es una mezcla de ética y estética, de armonía y misterio, de emoción y belleza formal.

P.- ¿Cómo sabe usted cuando un libro está listo para ser publicado?
R.- Eso es algo muy difícil de saber. En realidad creo que cualquier libro, o al menos los míos, nunca está acabado del todo y siempre es mejorable. Yo corrijo mucho, muchísimo, tanto que, a veces, incluso después de estar mis libros en imprenta pido volver a corregirlos. Por eso me niego siempre a publicar mis poesías completas, porque la obra poética siempre está en marcha, es imperfecta, y aún corrijo poemas que escribí hace veinte años o más.

P.- ¿Cuál ha sido la mejor y la peor crítica que ha recibido?
R.- No lo sabría decir. He tenido algunas críticas muy buenas y, en cambio, otras menos positivas, aunque éstas en el campo de mi obra poética han sido muy escasas. De todos modos, no guardo ninguna reseña crítica, por muy positiva que sea, de mis libros. No sé si seré un desastre, pero en el fondo las críticas, buenas o malas, me dan igual y no cambian en absoluto mi modo de escribir y entender la poesía. Siempre que escribo pienso en ser yo mismo, en buscar el sentido del mundo que me rodea, y, sobre todo, en expresarlo de un modo distinto a los demás.

(Ana María Arévalo Jurado y Lucía Ranchal Sánchez)

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