P.
Una de sus pasiones es el
mundo del toreo. Ha escrito obras como “Sol y sombra de Manolete” o “José
Tomás” ¿De dónde le viene esta afición?
R.
Aún recuerdo cuando niño veía
capeas de esas que se organizaban en los pueblos haciendo la plaza con carros.
Así que supongo que esos recuerdos infantiles han contribuido a mi afición.
P.
El toreo, fiesta nacional
española, es un tema que genera polémica en algunas comunidades españolas.
Usted que es experto en la materia, ¿qué opina acerca de las críticas
antitaurinas?
R.
No me gusta el término
“fiesta nacional” porque hay toros en España, pero también en Portugal, en
Francia, en México, en Colombia, en Perú... Es un asunto de sensibilidad.
Antiguamente la relación entre los humanos y los animales era clara, a nadie se
le ocurría decir que los cerdos sufrían el día de la matanza. Hoy día, ha
triunfado el espíritu de los habitantes de las ciudades frente al de los
habitantes del pueblo y los campos, ha triunfado el espíritu de los que sólo
conocen los animales en filetes empaquetados y no quieren pensar que antes hay
que matarlos. Es lo que yo llamo la dictadura de los urbanitas ociosos. Baste
decir que hay un partido político que se llama “Igualdada animal” que parece
olvidar que la evolución es una lucha de especies y que ellos pueden defender
sus ideales porque nuestros rivales -tigres, leones y demás depredadores- ya no
nos amenazan, sólo viven en los zoológicos. A veces se critica la corrida de
toros desde el desconocimiento aunque entiendo y respeto a aquellos que ven la
sangre del toro y les afecta, independientemente de que les afecte menos el
sufrimiento por hambre de sus congéneres del homo sapiens. En cualquier caso,
hemos entrado en la era del síndrome de Walt Disney, la creencia de que los
animales hablan y celebran la navidad. Es lo que toca y hay que respetar a los
que así opinan.
P.
Después del éxito de ventas
de sus libros sobre el mundo de los toros, debuta usted en la narrativa de
ficción con Esperando a Gagarin. ¿Cree que con esta novela puede llegar a un público más amplio?
R.
Creo que todo lo contrario,
pero ojalá fuese así. El lector de libros de toros cuando ve un libro sobre
Manolete o José Tomás se acerca a ver, pero una novela para alguien como yo,
que no es demasiado conocido, puede pasar sin pena ni gloria: son muchas las
novelas que llegan cada día a las librerías. Al menos espero que sirva para que
la gente sepa que me gusta escribir, y no solamente de un tema en concreto.
P.
Este nuevo libro tiene una
importante base autobiográfica. ¿Puede usted hablarnos sobre ella y cómo ha
creado una obra literaria con elementos de la realidad?
R.
Es una historia de mi familia
que nunca se olvidó. La desaparición de mi abuelo supuso especialmente para mi
madre -su hija- un golpe muy duro del que se estuvo acordando toda la vida.
Nunca pensé en escribir sobre ello pero al final, curiosamente, ha sido mi
primera obra de “ficción”. Con ella, de alguna manera, he cerrado la historia
que atormentó a mi madre, dándola a conocer hasta el último detalle.
P.
¿Quién le ha inculcado el
amor por la literatura?
R.
Sinceramente: los tebeos. Yo
era y soy un gran lector de tebeos, desde El capitán Trueno, en la infancia,
hasta el Spiderman que guionizaba Stan Lee y dibujaba Barri Windsor Smith, un
dibujante y pintor extraordinario. Ahora suelo leer tebeos más serios, como por
ejemplo Maus, de Art Spiegelman, el único tebeo (comic, novela gráfica o como
lo queráis llamar) que ha ganado el premio Pulitzer, que es un premio destinado
a los libros. A través de los tebeos llegué a los libros y cuando comencé a
leer tantos libros como tebeos me quedé fascinado por autores como Melville, el
autor de Moby Dick, una novela que recomendaría a todo el mundo y que te hace
vivir universos que no encuentras ni en el recreo ni un sábado por la tarde
dando un paseo.
P.
¿Cómo se define usted como
escritor?
R.
Ni idea. Quien me conoce sabe
que lo que escribo se parece mucho a lo que hablo. Me gusta emplear la ironía,
el sarcasmo, hacer reír aunque la historia sea trágica. Supongo que tengo un
estilo, pero aún lleno de defectos y espero que el tiempo haga que cada vez
tenga menos defectos al escribir. La verdad, nunca me refiero a mí mismo como
escritor, de momento, me cuesta.
P. ¿Cómo compagina su
trabajo con la escritura?
R.
En parte mi trabajo es la
escritura. Me dedico a escribir libros pero también a traducirlos del alemán y
a otros asuntos -soy trabajador autónomo que cada mes tiene que pagar sus
impuestos- que me permiten disponer de tiempo para escribir. Por ejemplo, llevo
turistas alemanes por Andalucía o colaboro con una productora de cine de Málaga
escribiéndole algunas cosas, traduciéndole... Es lo que tiene haber estudiado
Filosofía y Letras (Historia) que puedes hacer de todo y además siempre ganas
cuando juegas al Trivial Pursuit.
P.
¿Qué piensa usted sobre la
literatura cordobesa actual?
R.
¡Qué pregunta más difícil!
Está muy mal que alguien que escribe opine de otros escritores cercanos, que
luego pasa como le pasó a Van Gogh y Gaugin, que te peleas y acabas perdiendo
una oreja. Tenéis un profesor con un libro de relatos muy premiado, señal de
que hay calidad y cosas que contar: a ver si alguno de vosotros le imita.
P.
¿Qué consejo le daría usted a
los jóvenes de hoy que intenten acercarse por primera vez al mundo de los
toros? ¿Y a los que intenten acercarse al mundo de la literatura?
R.
Lo de los toros, si nunca han
ido, les diría que no se puede empezar por la corrida de toros, ni tampoco
volverse antitaurino juzgando lo que ocurre en ella. Hay que ver las fiestas de
los pueblos, la suelta de vaquillas y participar en ellas, correr con ellas,
llevarse un revolcón. La corrida de toros es como la consecuencia final de una
relación milenaria entre el hombre y el toro. Primero fue la caza, luego el
juego, después el ritual (Altamira p. e.). En realidad es un mundo en el que
juega el misterio y el rito en torno a una idea: la de la vida y la muerte y
nuestra conciencia sobre ello. Así que hay que ir poco a poco.
En cuanto a la escritura, la
verdad, alguien que llegó a ella a través de los tebeos supongo que no es buen
consejero. Posiblemente hay que dejar de leer muchos libros, porque no nos
gusten, porque nos cansen, hasta que con uno dices ¡Eureka!: esto es lo que yo
quería leer. Claro que si eso te pasa leyendo la revista ¡Qué me dices! o el
¡Hola!, entonces vamos por mal camino.
P.
¿Podría usted decirnos
algunas de sus aficiones, aparte del mundo del toreo y de la literatura?
R.
El cine, sin duda, me gustan
esas grandes películas americanas de los años 50, tanto de cine negro (Gilda)
como western (Sólo ante el peligro). Aunque también me gusta el cine mudo
expresionista, con esas actrices que siempre ponen cara de que han perdido el
bolso y por supuesto el cine español de Berlanga y las películas de turistas
suecas en la playa con Alfredo Landa. También me gusta mucho el fútbol y no me
pierdo mi partidito de los jueves, al fin y al cabo jugué cuatro años en
primera división de fútbol sala, hace ya muchos años. Y aunque últimamente lo
hago poco, me gusta dibujar y cuando os vea la cara os haré una caricatura de
cada uno. Un saludo.
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