Yo sé que hay quienes dicen: ¿por qué no canta ahora
con aquella locura armoniosa de antaño?
Esos no ven la obra profunda de la hora,
la labor del minuto y el prodigio del año.
Yo, pobre árbol, produje, el amor de la brisa,
cuando empecé a crecer, en vago y dulce son.
Pasó ya el tiempo de la juvenil sonrisa:
¡dejad al huracán mover mi corazón!
He elegido este poema porque habla de la juventud pérdida, de las ilusiones, del paso del tiempo que va y no vuelve. La melancolía que abarca el autor se ve reflejada en todos los versos, como si quisiera detenerse en el tiempo y que las horas no corran, también de la sensibilidad humana que nos habla del momento de partir. Además, nos recuerdan a nuestra niñez, que es una de las épocas más importantes de la vida y le da un toque de añoranza que nos hace reflexionar.
(Mónica Madueño)
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