P.- ¿Quién es Pilar Muñoz Álamo?
R.- Pilar Muñoz es una
trabajadora y madre de familia, funcionaria de profesión y psicóloga de
formación que ha encontrado en la escritura una pasión, y en la literatura de
ficción un medio precioso a través del que canalizar y transmitir multitud de
reflexiones en torno a la sociedad que nos ha tocado vivir, a nuestra vida
cotidiana y a quienes se enfrentan a ella a diario.
P.- ¿Desde cuándo decidió
escribir y por qué?
R.- No tengo conciencia de que escribir
fuera una decisión, tal vez porque lo vengo haciendo desde pequeña, con
aquellos primeros cuentos infantiles a los que siguieron poemas de
adolescencia, historias de juventud y reflexiones personales que jugaban con la
filosofía, o relatos y novelas para adultos en la actualidad. Sí que es cierto
que después de un paréntesis en mi vida en el que apenas escribí nada (dedicada
a otros quehaceres personales), retomé la escritura con fuerza al cumplir los
cuarenta, alentada por una visión crítica (aunque constructiva) de la sociedad
y de quienes viven en ella, sobre todo de la mujer, que quise compartir con los
demás de forma lúdica y por qué no, cultural, resaltando e incidiendo en
aspectos y situaciones que pasan demasiado desapercibidos cuando deberían
cobrar mucha más importancia de la que le damos. Digamos que me propuse sacudir
conciencias y opté por hacerlo de una forma preciosa: a través de la
literatura.
P.- ¿Planifica la obra antes de
escribirla o deja volar la imaginación? Relacionado con esto, ¿en qué se
inspira y cuánto tarda en escribir un libro?
R.- Planifico la obra casi por
completo, solo dejo volar la imaginación en aspectos secundarios, en esas
escenas que solo sirven de soporte al mensaje o a la parte de argumento que
quiero transmitir, pero que no son significativas por sí mismas.
Cualquier cosa, persona, suceso o
aspecto social que me rodea puede despertar mi inspiración, incluso aquellas
reflexiones personales que me han venido acompañando a lo largo del tiempo: una
noticia de prensa, una conversación robada en un autobús, la confesión de
alguien próximo, o cualquier cuestión de índole psicológica o moral que pueda
estar presente en muchos de nosotros de forma rutinaria y que haya provocado
que me cuestione sus bases reales, su porqué. A partir de ahí, de esa idea,
comienzo a construir la historia de ficción que me servirá para canalizar todo
eso, pero sin un tiempo preestablecido, tal vez porque mis obligaciones
laborales, personales y familiares no me permiten planificarme un tiempo concreto
para dedicarlo a escribir. “Los colores de una vida gris” tardé en escribirla
unos cuantos años; sin embargo, “¿A qué llamas tú amor?” me duró solo nueve
meses entre las manos.
P.- ¿Cree que el mercado y la
demanda son decisivos a la hora de escribir?
R.- No deberían de serlo, pero me
temo que sí, que para muchos escritores son decisivos a la hora de elegir el género
o la temática en la que centrar sus obras, incluso el desarrollo de la trama y
su final. Supongo que la difícil situación por la que atraviesa el mundo
editorial tiene mucho que ver en ello. Está claro que hoy en día las
editoriales suelen primar el carácter comercial de la obra, por encima de su
calidad literaria, buscando la rentabilidad de la inversión que van a hacer publicándolas.
Hay novelas que aúnan ambas cosas –lo comercial y lo literario-, pero si esto
no sucede, las editoriales –salvo algunas excepciones- suelen decantarse Por
una literatura más mediocre si están seguras de que gozarán de la aceptación
del público en general. Los escritores que no aspiren a conquistar el mercado,
ni siquiera a ser publicados, podrán mantenerse fieles a sí mismos a la hora de
escribir, atender solo a criterios propios; pero aquellos otros que aspiren a
ocupar un puesto destacado en las librerías, es muy probable que en algún
momento de su carrera literaria se cuestionen si aquello que a ellos les gusta
escribir coincide con los gustos y demandas del mercado. Si es así, estarán de
suerte; pero si no lo es, tal vez se vean “obligados” a venderse en parte si no
quieren verse fuera del tablero de juego.
P.- Hoy se publica un gran numero
de libros, ¿qué mecanismos utiliza para llamar la atención del lector?
R.- Fundamentalmente las redes
sociales y la blogosfera literaria. Los medios de comunicación (prensa, radio,
televisión) y otras formas de promoción y publicidad solo están al alcance de
las grandes editoriales, ni siquiera las pequeñas cuentan con recursos
económicos suficientes para hacer uso de ellos. Afortunadamente, Facebook,
Twiter, blogs y webs literarias, o plataformas de lectura como Lecturalia o
Goodreads, por ejemplo, donde se comparten opiniones y reseñas de libros leídos
permiten fomentar el boca-oreja entre los asiduos a la red. A parte de todo
esto, las presentaciones de libros son otro recurso que utilizo cuando se
publican.
P.- ¿Qué opina de los parecidos
que el lector pueda encontrar entre su obra y Cincuenta sombras de Grey?
R.- Para ser franca, si el lector
encontrara parecidos entre mi novela y Cincuenta
sombras de Grey me sentiría decepcionada, con mis máximos respetos a la
autora de Cincuenta sombras y a sus
lectores.
Cuando pensé en escribir ¿A qué llamas tú amor?, una de mis
mayores pretensiones fue precisamente la de huir de Cincuenta sombras y de cuantas han proliferado (escritas en la
misma línea) desde su publicación. Quise que mi novela contara con una historia
de fondo con el suficiente peso y entidad propia como para que pudiera resultar
interesante leerla aun suprimiendo o aligerando las escenas de sexo, cosa que
no ocurre en las novelas del tipo de Cincuenta
sombras, en las que de suprimir la escenografía erótica nos quedaríamos sin
novela. Yo me propuse que fueran las escenas de sexo las que estuvieran a
merced de la historia, pero nunca al revés. Aun siendo escenas de sexo
explícito y muy detallado, acordes a la catalogación y al objetivo principal de
la literatura erótica, me propuse que tales escenas enriquecieran también la
trama aportando información que ayudara a entender la evolución de la
protagonista y sus conflictos morales y personales tan habituales y cotidianos,
pero que no constituyeran el núcleo fundamental de la novela. Por otro lado, considero que Jana, la
protagonista de ¿A qué llamas tú amor?
tiene más personalidad y es bastante más compleja –psicológicamente hablando-
que Anastasia Steel. Pero será el lector el que tenga la última palabra de
hasta qué punto he conseguido lo que quería, por supuesto.
P.- ¿Piensa que el conflicto de la
protagonista es algo habitual hoy en día? ¿Cambiaría la historia si un hombre
estuviera en la misma situación de Jana?
R.- Creo que sí, que es bastante
más habitual de lo que pensamos, aunque no siempre nos permitimos confesarlo
abiertamente. De hecho, estoy convencida de que muchas lectoras se van a sentir
identificadas con los sentimientos y emociones de Jana a lo largo de la
historia, y también con sus reflexiones. Y creo que a los hombres les puede
ocurrir igual con respecto a Julio, el marido de Jana. Como se dice en la
novela, cada miembro de la pareja puede evolucionar a lo largo de los años de
manera diferente y esto produce un distanciamiento que puede ser difícil de
salvar, si es que somos conscientes de ello en algún momento como para intentar
poner remedio, lo que nos lleva a un estado de frustración personal con
respecto al otro y al amor que sentimos y compartimos que nos puede incitar a
buscar fuera lo que ya no encontramos dentro de casa.
La segunda pregunta es compleja
de responder. Hombres y mujeres no somos iguales a nivel biológico, psicológico
ni emocional, reaccionamos y afrontamos las cosas de manera diferente, aunque
el resultado sea igual de eficaz, y tampoco interpretamos, sentimos o
manifestamos el amor de igual forma, ni siquiera planteamos el mismo tipo de
exigencias o necesidades en el seno de la pareja. Atendiendo a ello, puede que
sí, que la historia cambiara de haber sido Julio, por ejemplo, quien se
encontrara en la situación de Jana, tal vez porque este no habría interpretado
las señales de amor y desamor de la misma manera, o porque las necesidades de
ella no fueran las de él. De cualquier forma, y por la misma razón, podría ser probable
que aspectos que para Jana resultaran intrascendentes, sí fueran para Julio lo
suficientemente importantes como para desencadenar una situación parecida.
P.- ¿Qué conexiones establecen los
personajes entre el amor y el sexo?
R.- Muy distinta. En la novela he
querido plasmar la realidad social respecto a esa cuestión, la diversidad que
existe a la hora de interpretar en qué medida amor y sexo han de ir unidos o
pueden desligarse. Hay quienes no conciben el sexo sin amor y quienes lo
consideran como un placer que no tiene por qué ir necesariamente unido a un
sentimiento profundo hacia la persona con la que mantienen una relación sexual,
ya sea puntual o continuada. En la novela, junto a Jana, aparecen personajes
como Hugo, Mayca, Lucía o Miguel y todos ellos mantienen una postura distinta
con respecto al tipo de relación de pareja que tienen o buscan y establecen
conexiones distintas entre ambas cosas.
P.- ¿Considera que las escritoras
de hoy tienen las mismas oportunidades que los escritores?
R.- Me gustaría pensar que sí,
pero creo que aún falta un poco para conseguir que se nos catalogue por igual,
que se elimine ese prejuicio que tiende a calificar al escritor como creador de
un tipo de literatura más serio y de mejor calidad que la de las escrituras,
más asociadas con ciertos géneros literarios (alguno de ellos un tanto
menospreciado) y con un tipo de público lector más específico. Y mientras ese
prejuicio exista entre quienes consumen literatura, que son quienes compran,
las oportunidades a la hora de publicar o de ver difundida su obra no serán las
mismas.
P.- ¿Qué es lo próximo que tiene
pensado escribir?
R.- Tengo trazada y organizada
toda la trama de una novela de Ficción contemporánea, personajes y escenarios
incluidos, más parecida a Los colores de
una vida gris en cuanto a su estructura que a ¿A qué llamas tú amor? Pero no descarto que mientras llega el
momento de sentarme ante el ordenador, pueda surgir alguna otra idea atractiva
que me haga desarrollar otra trama diferente, cambiando así el orden de
preferencia a la hora de escribirlas. Me dejo llevar por lo que me apetece en
cada momento, disfrutar al máximo de esta aventura es mi mayor prioridad.
(Fátima Bouighejd Ruiz, Sara Navarrete Guijo y Gregory Duque Muñoz)