Günter Wilhelm Grass nació
el 16 de octubre de 1927, en Gdansk (la entonces Ciudad Libre de Danzig y hoy
territorio polaco), y murió el pasado 13 de abril a causa de una infección, en
Lübeck, la ciudad del norte de Alemania donde vivía. Ha sido, quizás, el
escritor más famoso, polémico y, a la vez, representativo de la segunda mitad
del siglo XX alemán. La vida de Grass está ligada a los acontecimientos que
sacudieron Alemania durante el siglo XX. Fue reclutado en 1944 por la unidad de
élite nazi Waffen-SS y, tras la Segunda
Guerra Mundial, estudió en la Academia de Arte de
Düsseldorf.
Grass participó en buena
parte de los debates políticos de las
últimas décadas. En 1989 firmó la carta que reclamó al entonces presidente de
Estados Unidos, George Bush (padre) un diálogo con Nicaragua. También fue un
crítico implacable con la política seguida por su hijo, George W. Bush, al que
consideraba una amenaza para la paz mundial por su actuación en la guerra de
Irak. En 1990 se mostró contrario a la unificación alemana, y abogaba por una
confederación de Estados alemanes. Criticó con dureza en 1977 el suministro
alemán de armamento a Turquía y la denegación de asilo al pueblo kurdo. Mantuvo
una larga y fructífera enemistad con Marcel Reich-Ranicki, el gran crítico
literario de Alemania de posguerra.
Alcanzó el éxito masivo con
su primera novela, El tambor de hojalata,
publicada en 1959. Esta obra, que narra la vida del niño-hombre Oskar
Matzerath, irrumpió en la
Alemania de posguerra y recibió tantos elogios como críticas
de aquellos que veían en el libro un espejo demasiado real y descarnado del
surgimiento del nazismo y de la guerra. La popularidad de esta obra, por la que
fue a los tribunales acusado de pornógrafo y blasfemo, aumentó en 1978, cuando
Volker Schlöndorff la llevó al cine y ganó el Oscar a la mejor película
extranjera y la Palma
de Oro en Cannes. Cuatro décadas más tarde logró el primer Nobel de Literatura
en 27 años para un autor alemán. Ese mismo año, 1999, recibió también el premio
Príncipe de Asturias de las Letras.
En 2012, publicó el poema Lo que hay que decir, en el que acusaba
al Estado de Israel de poner en peligro la paz mundial por su capacidad para
producir bombas atómicas. El Gobierno israelí reaccionó declarándole “persona
non grata” y prohibiéndole la entrada en el país.
Entre su vastísima obra,
podemos destacar en novela El gato y el
ratón (1961), Años de perro
(1963), El rodaballo (1977), Es cuento largo (1995) o Mi siglo (1999). De sus poemas, podemos
destacar Del diario de un caracol
(1972), Gleisdreieck (1960), Novemberland o Dummer August (2007).
También destaca por sus ensayos y discursos, como Über das Selbstverständliche. Reden o Zunge zeigen. Ein Tagebuch in Zeichnungen. Igualmente, escribió un
relato corto titulado Geschichten (1968).
Hace solo unas semanas,
Günter Grass había dado finalmente por terminado su último libro, Von Endlichkeit (De la infinitud), que
aparecerá en verano en las librerías alemanas. Su editor, Gerhard Steidl,
desvela que “el libro contiene un poema en el que describe con gran exactitud
su situación de salud, sus enfermedades, sus achaques, y en el que aborda un
futuro inmediato del no ser o de una realidad diferente a la que acceder”. Gerhard
Steidl también desvela que Grass escribía siempre a mano sus primeras versiones
de sus trabajos. Afirma que “quizá ese final haya llegado un poco antes de lo
que él esperaba. Le encantaba venir a la editorial cuanto más mejor para
tomarse su tiempo en la elección personal del papel de impresión, de los
colores y tipos de letra… Lo disfrutaba realmente”. Su editor también ha
declarado que la mente de Grass estuvo en una situación de total lucidez hasta
el último momento. Una vez entregado el texto de cada una de sus obras, Grass
rara vez escuchaba los consejos del equipo de edición. Hacía décadas que se
negaba a abordar una nueva gran novela y respondió solo en parte el deseo del
editor de escribir su autobiografía.
Günter Grass continuó
opinando hasta el final de sus 87 años. Hace solo dos meses, se preguntaba si,
de una u otra forma, no estamos viviendo ya una Tercera Guerra Mundial. El
escritor alemán afirmó que “en los últimos tiempos oímos continuamente avisos
para impedir una nueva catástrofe como la de la Primera o la Segunda. Me pregunto desde hace
tiempo si no ha empezado ya de una forma paralela en Ucrania, Siria u otros
lugares”.
(Lucía Ranchal Sánchez y Ana María Arévalo Jurado)
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