P.- Con La insistencia del daño, ha recibido usted el premio Andalucía de la Crítica de Poesía, ¿cuáles son los temas principales de este poemario?
R.- La memoria es el tema
principal del libro, porque mi madre tuvo una enfermedad muy grave. Le dio un
aneurisma cerebral, provocado por la ruptura de una arteria. Tuvo un derrame
cerebral muy grande, estuvo en coma mucho tiempo y le han quedado secuelas
importantes. Ella no puede recordar lo que pasó hace un minuto; por ejemplo, yo
llego a casa, la saludo, voy al baño y cuando vuelvo me saluda con la misma
intensidad. Ha perdido lo que se llama la memoria a corto plazo. No nos hemos
parado a pensar lo importante que es la memoria en esta vida. Es prácticamente
todo. Vivimos para recordar, hacemos las cosas en función de lo que nos va a
quedar en la memoria, viajamos para recordar, hacemos fotos con los móviles
constantemente para recordar momentos o sitios que nos han gustado. Nuestra
personalidad se construye completamente con los recuerdos.
Esta es la materia de La insistencia del daño: la pérdida de
la memoria es un daño muy insistente.
P.- En este libro, que
supone su consagración, aparece el compromiso, ¿qué papel debe tener la poesía
comprometida hoy? ¿Cómo combina usted ética y estética?
R.- A mí me interesa mucho
más la ética que la estética, sin duda. Creo que la peor idea es escribir un
poema sin tener nada que decir. Lo más importante es tener algo que decir y,
después, contarlo de la mejor manera que pueda. En este sentido, a mí no me
interesa nada la poesía que no se entiende. Me ha pasado un montón de veces que,
al empezar a leer un poema, me preguntó qué quiere decir esto. Cuando no
entiendo un poema, paso de él. Tengo la necesidad de que me cuente cosas. Y, en
ese sentido, creo que el poeta tiene que tener un compromiso con lo que tiene
alrededor. Si uno vive en una sociedad, rodeado de problemas y viendo el
sufrimiento de los otros, y no es sensible hacia eso, su poesía no puede
provocarme la más mínima emoción o sentimiento.
Resumiendo, me interesa una
poesía en la que la ética predomina sobre la estética, porque si un escritor no
tiene un compromiso hacia el sufrimiento de los que tiene alrededor, ¿a quién
pretende emocionar?
P.- ¿Qué cree que aporta
este poemario al resto de su producción?
R.- Pues una continuidad. Es
parecido al anterior, porque Los ojos del
pelícano lo escribí justo después de la enfermedad de mi madre. Han pasado
cuatro o cinco años desde entonces. Pero todo no gira en torno a la enfermedad
de mi madre, sino que hablo del amor y de otro tipo de sentimientos,
caracterizados por la inseguridad. Uno se va reconvirtiendo, cambia la forma de
pensar y de actuar. Yo tenía unas inseguridades con vuestra edad y ahora tengo
otras inseguridades diferentes.
P.- Usted es uno de los poetas
más destacados de la poesía de la incertidumbre, ¿qué significa este
movimiento?
R.- Dicen que es una mafia,
que somos una organización criminal que nos dedicamos a llevar la poesía por
España e Hispanoamérica. Pero, al margen de esta polémica, es un grupo de
escritores que piensan que es más importante lo que se dice en el poema que
cómo se hace el poema y que apuesta por una poesía que se entienda fácilmente.
Escribir poemas utilizando palabras raras para parecer muy inteligente es una
estupidez que se creen algunos críticos, profesores universitarios o gente que
va de intelectual, pero que, a nosotros, no nos interesa nada.
Esto lo contamos por escrito
en un manifiesto firmado por doce poetas de diferentes países. Al hacerlo, nos cayó encima toda la batería de
universidades, críticos y periódicos.
P.- Es usted uno de los
escritores jóvenes más premiados, ¿qué le han aportado los premios recibidos?
R.- Visibilidad, porque para
publicar libros necesitas premios. Es muy difícil que un editor apueste por un libro
sin un premio, sobre todo si eres un autor joven. Esto ha sido lo que me han
aportado: que mis libros puedan estar en las mejores editoriales y en todas las
librerías. Esto, para un poeta, es muchísimo.
P.- ¿Cuándo cree que un
libro está listo para ser publicado? ¿Cómo debe ser un buen poemario?
R.- Pues cuando uno abandona
el libro; y digo abandona porque podría seguir trabajando en él. Un poema nunca
parece que quede perfecto del todo, porque uno no tiene esa soberbia de pensar que
es perfecto. Entonces, uno se cansa y quiere escribir un libro distinto,
meterse en otro proyecto. Creo que más que terminarse un libro, casi se
abandona.
P.- ¿Podría hablarnos de sus
inicios como escritor? ¿Con qué autores y con qué libros fue creciendo?
R.- A mí me gusta el “Poema
XX” de Neruda. Yo tenía la estupidísima idea de que podía ligar con la poesía. Cuando
tenía diecisiete años, pensaba que podía seducir a una muchacha escribiendo un
poema. Además, empecé leyendo poemas de amor. Todo el mundo empieza leyendo
poemas de amor. A mí me encantó Neruda, el de Veinte poemas de amor y una canción desesperada, tal vez el libro
de poesía más leído de la historia en español.
P.- ¿Qué sintió al estar
nominado a los Grammy Latino con el disco Jugar
con fuego?
R.- Mucha vergüenza, porque yo
no me dedico a eso. Yo tengo un amigo que es cantaor flamenco, Juan Pinilla. Es
un buen cantaor; de hecho, ha ganado la Lámpara Minera , el
premio más importante del flamenco. Somos amigos desde hace muchos años.
Hablando con él, siempre le he comentado que algunas letras del flamenco eran
más bien flojas, muy típicas. Así que le dije de escribir unas canciones y hace
dos veranos nos metimos en el estudio e hicimos el disco. Lo hicimos sin
ninguna pretensión, solo por el gusto de hacer una cosa juntos, no pensábamos
ni publicarlo. Otro amigo de Granada, Javier Bozalongo, que tiene una
editorial, dijo de editar trescientos ejemplares y hacer una presentación para
los amigos…
Y de repente, me veo en Estados
Unidos, como profesor en una universidad, y cuando me despierto –en España
serían las seis de la tarde- me encuentro con doscientos y pico mensajes en el WhatsApp. Pensé que había pasado una
tragedia: que han descendido administrativamente al Granada o algo peor. Empiezo
a leer “Grammy, nominación”... No me lo
creía. Me alegré. Luego llegaron los agobios. Pensé que me iba a sentir allí fuera
de lugar en la ceremonia. Luego en el traje, yo no tenía un traje así. Pero
bueno, fue una experiencia muy chula. Allí estaba yo al lado de gente que
escucháis como Carlos Vives, Ricky Martin, Juanes.
P.- ¿Qué opinas de la poesía
que se hace en España y en Hispanoamérica?
R.- Se hace mucha mejor
poesía en Hispanoamérica que en España, con mucha diferencia. En España la inmensa
mayoría de los poetas está empeñada en escribir poemas en los que no se
entienda nada, que no emocionan. Y a mí un poema que no me emociona no me
interesa.
P.- ¿Qué le diría usted a
aquellos adolescentes que empiezan a escribir?
R.- Lo puede hacer todo el
mundo. Aunque os van a decir cien mil veces en vuestra vida que algo es difícil,
que es imposible de hacer, que te dediques a otra cosa… no le hagáis caso. Es
mentira. Yo hice el mismo curso cuatro veces. ¿Cómo pudo ser eso? A mí me pilló
un cambio de plan e estudios: hice segundo de B.U.P., repetí e hice otra vez
segundo de B.U.P.; ese año, llegó la
E.S .O. maldita, hice cuarto de eso y cumplí dieciocho años. Entonces,
me mandaron a lo que se llama cuarto de E.S.A., que es Educación Secundaria de
Adultos. Allí estaban los desahuciados por el sistema. Era una situación
crítica y nadie daba un duro por mí. Y ahora tengo tres carreras, un doctorado,
soy profesor de literatura en Estados Unidos y publico mis libros. A mí me
dijeron muchísimas veces que era imposible que yo siguiera mis estudios, que me
dedicara a trabajar en otra cosa. Y gracias a que mi abuelo se empeñó en que
estudiara, seguí estudiando. Uno tiene sus crisis. Por aquellos años, yo me
especialicé en futbolines y billares. No iba a clase. Fueron años malos. Incluso,
uno de mis dos hermanos, tres años menor que yo, llegó a estar un curso por
encima de mí.
De repente, me interesó la poesía. Encontré lo que me gustaba. Eso es lo realmente difícil. Tuve suerte. Cuando encuentras algo que te gusta de verdad, que te entusiasma mucho, puedes conseguirlo todo. Ahí nada es imposible. La creatividad no es patrimonio de nadie, ni de los más inteligentes, ni de los más poderosos. La creatividad es algo que tienen todos los seres humanos, ahí tenemos un cheque en blanco, afortunadamente.
De repente, me interesó la poesía. Encontré lo que me gustaba. Eso es lo realmente difícil. Tuve suerte. Cuando encuentras algo que te gusta de verdad, que te entusiasma mucho, puedes conseguirlo todo. Ahí nada es imposible. La creatividad no es patrimonio de nadie, ni de los más inteligentes, ni de los más poderosos. La creatividad es algo que tienen todos los seres humanos, ahí tenemos un cheque en blanco, afortunadamente.
(Ana María Arévalo Jurado y Lucía Ranchal Sánchez)
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