Nació en Madrid en 1942.
Estudió Derecho, pero su vida profesional se ha desarrollado en buena medida en
Radio Nacional de España como presentador de El ojo crítico y La estación
azul, del que fue codirector. Su dedicación a la promoción de la lectura
fue reconocida con el Premio Ondas y el Premio Nacional de Fomento de la Lectura en 1995. En el año
1971 fue incluido en la antología Espejo
del amor y de la muerte. Ese mismo año preparó la Antología del mar y de la noche, de Vicente
Aleixandre. Ha publicado los libros de poemas Jimmy, Jimmy (1976), Figura
en el paseo marítimo (1981), La rosa
inclinada (1995), Hondo es el
resplandor (1998), La estación azul
(2004, Premio Francisco de Quevedo) y Tormenta
transparente (2010). También es autor de Edad presente. Antología de la poesía cordobesa para el siglo XXI (publicada
por la Fundación José
Manuel Lara, 2003). Ha reunido su obra completa en La rosa inclinada. Poesía 1976-2001 (Calambur, 2002), y en 2012
publicó su antología poética bajo el título Rosa
y tormenta (Cálamo). Sus reflexiones sobre la lectura han sido publicadas
con el título Quien lee vive más
(Polibea, 2013). Es colaborador y crítico de las revistas Mercurio y Turia, y
promueve la lectura en institutos y bibliotecas públicas.
El escritor presentó el
pasado 4 de mayo en la delegación territorial de Córdoba de Educación, Cultura
y Deporte su último poemario, El pulso de
las nubes (publicada por Pre-Textos), en el ciclo Letras capitales, dentro
de la programación literaria del Centro Andaluz de las Letras, en un acto en el
que intervino el poeta cordobés Pablo García Baena.
El pulso de las nubes es una obra de madurez. La mayoría de sus 31 poemas
lleva por título una sola palabra. Con claro deseo de condensar sus
reflexiones, Lostalé elimina cualquier anécdota. Solitario, el poeta se despide
de un cuerpo desnudo o, con bellas imágenes, se desliza hacia un rostro que es
el desierto. Sus meditaciones nacen de actos diversos: mirarse al espejo,
despertar sin nadie, sentirse borrado en otra conciencia. Nombra el páramo, el
humo, la grieta. La obra mantiene un tono de sosiego. En su parte central
hallamos los poemas más hondos. Los titulados “Vértigo”, “Tentación” e
“Inmortal” son tres modelos de contención expresiva y densidad de pensamiento.
Cada certeza va adherida a algún matiz que atenúa rotundidades, incluso cuando
se refiere al entusiasmo afectivo. Lostalé considera que el hombre está
condenado a un inicio incesante. En las composiciones finales leemos resumidas
las claves de una biografía. Así, la culpa aparece en el pasillo de la infancia
y, en el tramo último de la vida, se transforma en el deseo de abandonar todo
lo innecesario. El libro termina con un texto memorable, “Llave de niebla”. El pulso de las nubes muestra un grado
notable de conocimiento. En los textos se percibe al hombre que ha comprendido
y aceptado la valía y oscuridad de su existencia. A menudo con la gratitud por
los goces, a veces con un canto a la modestia. Fusionando luces y sombras, los
versos de Javier Lostalé nos llegan con la fluidez de la poesía verdadera.
Según el propio autor, este
último poemario “es un canto impregnado de silencios en sus versos, creados con
generoso entusiasmo” y, sus nuevas creaciones están vinculadas a su última
etapa y a “una poesía cada vez más esencial”, a base de metáforas. Javier
Lostalé, miembro de la Academia
Castellano-Leonesa de la Poesía , confiesa que va despojándose cada vez más
“de circunstancias vitales concretas” hasta alcanzar “una vena hasta cierto
punto mística”. Para el poeta, El pulso
de las nubes “entronca con el mundo amoroso de Tormenta transparente, y al mismo tiempo se produce una
intensificación de la sublimación del amor, que es últimamente una constante en
mi poesía. El silencio final, la nada, no vacía sino poblada, la meditación,
cada vez están más presentes en mi obra”.
(Ana María Arévalo Jurado y Lucía Ranchal Sánchez)
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