Rafael de Cózar nació en
1951 en Tetuán (Marruecos) y falleció en la medianoche del pasado 12 de
diciembre, asfixiado por el humo de un incendio atribuido a la explosión de una
estufa en su casa de Bormujos (Sevilla). El escritor, pintor y profesor Rafael
de Cózar vivió por la literatura y, al final, dio la vida por ella. Murió
intentando salvar de las llamas su biblioteca, con 9.000 libros. Era doctor en
Filología Hispánica y catedrático de Literatura Española en la Universidad de
Sevilla. Residió desde los 11 años en Cádiz, ciudad donde inició su actividad
como pintor y, más tarde, se dedicó a la actividad literaria.
De Cózar era toda una
autoridad para los aficionados a la poesía desde que en 1977 preparó para la
canónica colección Letras Hispánicas la antología Metanoia, con la que consagró al poeta gaditano Carlos Edmundo de
Ory. En Cádiz había fundado el grupo Marejada, junto a autores como José Ramón
Ripoll o Jesús Fernández Palacios, y allí vivió hasta que se instaló en Sevilla
en 1972. Fue pintor antes que poeta y fusionó la palabra y la imagen en sus
trabajos de poesía visual. Se dedicó a estudiar la experimentación barroca, la
vanguardia del siglo XX y el postismo español de la posguerra.
Algunos de sus títulos son Entre Chinatown y River Side: los ángeles
guardianes (1987) y Ojos de uva
(1988). Pasaron tres décadas hasta que en 2011 rescató Los huecos de la memoria, escrito entre 1977 y 1980.
Cuando la editorial
Renacimiento publicó su antología general de la poesía andaluza contemporánea
de 1975 a 2002, que se titulaba Los
cuarenta principales, el antólogo Enrique Baltanás escribió sobre Rafael de
Cózar que era “quizás uno de los escasos defensores actuales de la vanguardia
histórica”. Según el profesor Manuel Ramos Ortega, los versos de Rafael de
Cózar “no son canto, sino grito. Rafael de Cózar tiene prisa por vivir y vive
con sus poemas, no para sus poemas”.
En 2005, de Cózar presentó
el ensayo Vanguardia o tradición,
en el que subrayaba cómo el vanguardismo ha sido una constante en la historia
de la escritura, afirmaba que “la vanguardia ha existido siempre”. Esta obra
supuso un buen complemento a las investigaciones que de Cózar comenzó en 1991,
en las que trataba de establecer todas las conexiones que se producen dentro
del vanguardismo en las distintas artes como la música, la pintura o la
escritura.
Rafael de Cózar fue
galardonado con algunos premios, como el Guernica de Novela, mención especial
del Premio Elisee de Novela Manuscrita, finalista de los premios de Poesía
Ricardo Molina de Córdoba y Rafael Montesinos de Sevilla. Además, recibió el
Premio Extraordinario de Doctorado de la Universidad de Sevilla y el Premio
Ciudad de Sevilla para tesis doctorales, con la obra Fundamentos históricos de la experimentación poética española, y el
Premio Mario Vargas Llosa de Novela con la obra El corazón de los trapos. Fue también colaborador habitual de
varios medios de comunicación, como ABC,
El País, Canal Sur y de los
desaparecidos diarios Informaciones y
Diario 16.
Además de legar intacta una
riquísima obra literaria y pictórica, deja, como han destacado varios amigos,
un recuerdo extraordinario como creador y como persona.
(Ana María Arévalo Jurado y Lucía Ranchal Sánchez)
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