martes, 1 de abril de 2014

Entrevista a Elena Medel




 P.- ¿Qué se siente al recibir el Premio Loewe a la Creación Joven, uno de los más importantes del país?
R.- Felicidad, por supuesto, porque cualquier premio alegra, y más si se trata de uno con el prestigio de los que concede la Fundación Loewe. Orgullo, también, por formar parte de un palmarés lleno de poetas a los que admiro y, sobre todo, por haber sido leída por autores a los que tengo por maestros. Pensar en Pablo García Baena o Francisco Brines leyendo mis poemas me emociona. Y tranquilidad, también, porque implica que el poemario se ha publicado en Visor, una editorial con una magnífica distribución en España y Latinoamérica.

P.- ¿Podría explicarnos el porqué del título de este nuevo poemario?
R.- La vida del poeta Chatterton me cedía una serie de símbolos muy interesantes para enhebrar el poemario. Su condición de falsario, su esplendor siendo joven, su muerte trágica… Coincidían con varias de las obsesiones en torno a las cuales orbita el poemario.

P.- ¿De qué trata y qué aporta al resto de su producción?
R.- Escribo sobre el miedo. Sobre el miedo a lo que desconocemos, a crecer, a la muerte... El miedo, en sus diversos significados, ante diversos elementos, me mueve a la escritura. Después, cada poemario lo enfoca de una manera distinta: “Mi primer bikini” y “Vacaciones” hablan sobre la adolescencia y los aprendizajes; “Tara” sobre la muerte y la supervivencia; “Chatterton” acerca de la madurez, el desencanto y la precariedad.

P.- Sabemos que, además de escribir, dirige la editorial La Bella Varsovia junto a Alejandra Vanessa. ¿Cómo compagina ambas facetas? ¿Con qué disfruta usted más, escribiendo o publicando lo que otros escriben?
R.- Las compagino mal, porque desde que fundamos la editorial hace diez años ambas hemos publicado poquísimo: un libro Alejandra, apenas dos yo. Disfruto escribiendo pero disfruto leyendo, sobre todo, así que la editorial me brinda más alegrías que mis propios libros. Editar es un taller de escritura continuo: aprendes cómo se enfrentan los demás al acto de creación, cómo afrontan problemas, cuántas maneras distintas de leer y de escribir y de corregir existen… Editando aprendo a escribir.

P.- ¿Puede hablarnos de sus inicios como escritora? ¿Qué le impulsó a escribir?
R.- Escribí primero por imitación. Me apasionaba leer, así que escribía pequeños relatos inspirados en los libros que leía: los mismos personajes o los mismos escenarios, sucesos distintos… En la adolescencia me topé con la poesía, y comencé a hacerme preguntas, y a intentar responderlas con poemas. De ahí surgió “Mi primer bikini”. Más tarde, ya con conciencia de la escritura, no sé si con más respeto, continué escribiendo, ahora los poemas de “Tara”.

P.- ¿Es lo mismo escribir un poema que ser poeta?
R.- A mí me produce mucho respeto identificarme como poeta. Escribo, desde luego, pero aún me encuentro en una fase de aprendizaje. Creo que se utiliza con mucha ligereza: escribir un poema no te convierte en poeta. Pero, al mismo tiempo, creo que un poeta es una persona normal: no más importante que un cirujano o un ingeniero, desde luego. Muchas veces sacralizamos la figura del poeta, como si se tratara de alguien fundamental e intocable, y creo que esa lejanía perjudica a la recepción de la poesía entre los lectores que no se han acercado aún al género.

P.- ¿Qué es para usted la poesía?
R.- Oxígeno. Preguntas y respuestas. Un bálsamo cuando el día ha ido mal y un paréntesis cuando el día ha ido bien. Un reto si la escribo y una aventura si la leo.

P.- ¿Cree que la poesía es útil hoy? ¿Qué papel puede desempeñar en la sociedad actual?
R.- Por supuesto que es útil. La poesía cuenta y canta, nos recuerda de dónde venimos y qué podemos ser, subraya de qué somos capaces y qué anhelamos. Para luchar me sirven los poemas de Ángela Figuera Aymerich y para amar necesito los poemas de Ana Rossetti. Si quiero festejar recupero a Ida Vitale, y si prefiero el descanso y la reflexión me basta con leer a Idea Vilariño. Cualquier lector, aunque nunca haya leído un poema, tiene el suyo: el que trata no asuntos que puedan interesarle, sino el que trata directamente sobre él.

P.- ¿Qué características debe tener un buen poema y qué es lo que busca en sus lecturas? Relacionado con esto, ¿podría decirnos algunos de sus autores favoritos?
R.- No me atrevo a hablar de características, porque la poesía no es una ciencia. En todo caso, me interesan los poemas que afrontan la tensión entre el sentimiento y la mirada: aquellos que se comprometan de alguna manera con su entorno, que busquen intervenir en la sociedad, y no me refiero necesariamente a la poesía social, y que lo consigan sorprendiéndome, con imágenes como golpes y como fogonazos, nuevas pero ya imprescindibles. Me gustan Federico García Lorca —y cada vez más Luis Cernuda—, y Louis Aragon, y Pablo García Baena, y Ángela Figuera Aymerich, y Anne Sexton, y Sylvia Plath, y Elizabeth Bishop, y Marianne Moore, y tantos otros autores, mujeres sobre todo.

P.- ¿Podría darles algún consejo a los adolescentes que quieran empezar a escribir poesía?
R.- Que la escriban, por supuesto, pero sobre todo que la lean. Que aprendan de los maestros, que se fijen en lo que les entusiasma de la poesía, que intenten repetirlo; y que lean, que lean, que relean, porque quien no entrena no juega después. Yo escribo porque leo.

(Ana Garrido y Leticia Rodríguez)

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