Kemal Sadik Gökçel, más
conocido como Yasar Kemal, nació el 6 de octubre de 1923 en la aldea de Hemite
(Osmaniye, sur de Turquía) y murió el pasado 28 de febrero en Estambul. Además
de escritor, fue periodista y reportero. En 1972 fue el primer turco propuesto
para el premio Nobel de Literatura. Procedente de una familia que mezclaba
orígenes kurdos y turcos, con la edad de cinco años presenció el asesinato de
su padre por parte de un hijo adoptivo, lo que provocó en él una tartamudez
hasta los doce años. Esto lo obligó a enfrentarse a la dura vida laboral; conducía
tractores, vigilaba canalizaciones y compartía la vida con los campesinos de
los arrozales. El escritor turco nunca escondió sus ideas izquierdistas,
siempre estuvo al lado de los trabajadores, fue dirigente del Partido Obrero en
los sesenta y presidente de varios sindicatos y asociaciones de artistas. A los
diecisiete años fue arrestado por primera vez. A los veintisiete sufrió la
cárcel, acusado de hacer “propaganda comunista”. En 1995, fue condenado a una
pena en suspenso de otros veinte meses de prisión acusado de defender el
separatismo kurdo.
Escribía poemas, recogía los
cuentos del folclore popular y redactaba cartas a los vecinos que no sabían
leer ni escribir. A los veinte años publicó Agitlar
(Lamentaciones), un recopilatorio
folklórico comenzado a los dieciséis años. Sus trabajos iniciales pretendían
mostrar el sufrimiento de las gentes del pueblo. La adaptación teatral de Teneke, una obra de 1955, se convirtió
en un éxito durante todo un año en Suecia.
Fue un escritor con raíces,
que jamás olvidó su tierra ni a sus gentes. Cuando se trasladó a Estambul en
1946, los hermanos Arif y Abdidin Dino le introdujeron en los círculos
intelectuales de la época. Renovó la prosa turca ya desde su primer libro de
cuentos, Calor amarillo (1952),
sustituyendo los barroquismos de la literatura otomana por un lenguaje popular
y directo. La escritura de Kemal es rica y precisa, refleja dejes y términos
propios de su tierra. La obra que le hizo internacionalmente famoso fue Ince Memed, Memed el flaco (traducido al
español como El halcón), hijo de
pobres braceros que se rebela contra la opresión del cacique que explota su
aldea.
Sus historias, pese a
mezclar el realismo desnudo con una fantasía propia de los cuentos populares,
no caen en ningún momento en la idealización de la vida rural. Un ejemplo de
esto es La furia del monte Ararat,
escrita como una moderna epopeya. Al contrario, el libro Si aplastaran la serpiente (basado en las confesiones hechas en
prisión por un joven que había cometido un crimen de honor) presenta la
realidad cruel y despiadada que se esconde tras las paredes de la aldea.
Pese a no lograr el ansiado
Nobel, acumuló a lo largo de su vida importantes distinciones, entre otras, la Legión de Honor francesa,
el Premio de la Paz
de los libreros alemanes, el Premio Internacional Cataluña o la Medalla Krikor
Naregatsi de Armenia.
Las novelas de Yasar Kemal
son ya universales porque, aunque la mayoría de sus personajes son gentes
sencillas, sus historias nos hablan de amores prohibidos, de la brutalidad de
la tradición, de la desigual modernidad, de la explotación humana y de la
búsqueda infatigable de la justicia.
(Lucía Ranchal Sánchez y Ana María Arévalo Jurado)
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