El libro póstumo de Guillermo Cabrera Infante titulado Mapa dibujado por un espía acaba de ser
recientemente publicado y debería llamarse más bien El mapa de la tristeza, debido al sentimiento de soledad, amargura,
indefensión e incertidumbre que lo impregna.
Este libro narra como Cabrera Infante pasó cuatro meses y
medio en La Habana ,
en 1965. Guillermo Cabrera Infante había tenido un conflicto con el régimen en
1961, cuando este clausuró Lunes de
revolución, revista cultural que él había dirigido durante dos años y medio
en su estancia en Cuba.
Guillermo Cabrera Infante nació en Gibara, Cuba, el 22 de
abril de 1929. Era hijo del periodista Guillermo Cabrera y de Zoila Infante,
ambos militantes comunistas y fundadores de la organización del Partido Comunista
de Gibara, razón por la cual fueron arrestados, incluso el propio Guillermo
Cabrera que con tan solo siete años de edad pasó varios meses en la cárcel.
A los 19 años escribió una parodia de El señor Presidente de Miguel Ángel Asturias, que llevó a Bohemia.
Para su asombro, la revista la publicó en 1948 y esto cambió su vida
definitivamente. Comenzó a estudiar Medicina, pero lo dejó para estudiar
Periodismo en 1950, con lo que descubrió la literatura y el cine, que sería a
lo que se dedicaría a lo largo de su vida.
En 1952 los censores del régimen de Batista culparon a
Cabrera de incorporar obscenidades en un cuento que había escrito ese año. Como
castigo se le prohibió publicar con su nombre, por lo que decidió publicar con
el seudónimo de G. Caín. En 1954, se
convirtió en crítico cinematográfico de la revista Carteles en la que firmaba con este seudónimo y con la que
colaboraría hasta 1960. En la década de los cincuenta, Cabrera Infante escribió
la mayor parte de las historias que serían recopiladas más tarde en Así en la paz, como en la guerra.
Tras la llegada al poder de Fidel Castro en 1959, Cabrera
Infante, que había apoyado la Revolución Cubana , fue nombrado
director del Consejo Nacional de Cultura, ejecutivo del Instituto del Cine y
subdirector del diario Revolución (actual
Granma), encargándose de su
suplemento literario, Lunes de Revolución,
en el que pretendía llevar a cabo los sueños de libertad y desarrollo cultural
de la revolución.
En 1962, Cabrera Infante fue enviado a Bruselas como
agregado cultural de la embajada
Cubana. Durante su estancia en Bélgica, escribiría Un oficio del siglo XX (1963).
En Cuba fue retenido por el Servicio de Contrainteligencia
durante cuatro meses, hasta que, finalmente, pudo salir al exilio. Cabrera
Infante y su familia fueron a Madrid y luego a Barcelona. Sin embargo, las
dificultades económicas y la negativa del régimen franquista a regularizar su
situación le movieron a mudarse a Londres, donde se instaló definitivamente. En
la experiencia del breve retorno a su isla natal sería plasmada en este libro
recientemente publicado.
En esta ciudad publicó su primera novela de mayor éxito, Tres tristes tigres, que originalmente
se denominó Ella cantaba boleros. En
realidad se trataba de una versión retocada de su anterior trabajo Vista del amanecer en el trópico (premio
Biblioteca Breve 1964). Se caracteriza por el uso de coloquialismos cubanos y
abundantes guiños y referencias a otras obras literarias. En ella relata la
vida nocturna de tres jóvenes en La
Habana de 1958. En Cuba la obra fue tachada de
contrarrevolucionaria y Cabrera fue expulsado de la Unión de Escritores y
Artistas y calificado de traidor. Nunca regresó a Cuba y se negó a que sus
obras Tres tristes tigres y La Habana para un infante difunto fueran publicadas
dentro de la línea de edición de emigrados del Misterio de Cultura.
En 1970 se instaló en Hollywood para dedicarse al mundo del
cine como guionista y en 1979 publicó su segunda obra más famosa, la novela
titulada La Habana
para un infante difunto.
Ganó el Premio Cervantes en 1997 y en 2003, el Internacional
de la Fundación Cristóbal
Gabarrón en la categoría de Letras.
En sus últimos años de vida, fue ingresado en un hospital de
Londres debido a una fractura de cadera con la que contrajo septicemia, de la
que falleció el 21 de febrero de 2005; la noticia de su muerte no fue recogida
en Cuba.
Su influencia es visible en la obra de autores de otras
generaciones, como en La guaracha del
Macho Camacho del puertorriqueño Luis Rafael Sánchez o en Última rumba en La Habana del cubano
Fernando Velásquez Medina.
(María Jesús Parra Ortega e Inmaculada Márquez Torres)
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